domingo, 16 de septiembre de 2012

Siéntate (vive Slow)


Para C., que está convaleciente.

I. Moverse como forma de rebeldía
Siéntate. 
El sabor de la palabra tiene un comienzo amargo; no va entre signos de admiración, pero nos lo parece. Nos enseñaron a odiarla desde niños. Siéntate, aun pronunciada sin acritud, venía a significar: estáte quieto, no molestes; que nosotros entendíamos a veces como un “sobras, estás de más”.
Siéntate, además, no era una sugerencia, sino una orden y era sentida, por ello, como opresión y sojuzgamiento.  Estarse quieto iba contra nuestra naturaleza. Y es que los estados naturales de la mayor parte de los niños han sido estar, o moviéndose, o durmiendo. Pero nunca sentados, al menos en el sentido que le daban los mayores. 
Podíamos estar sobre un silla, es cierto; o en el suelo, mientras jugábamos o montábamos algo; pero no quietos: nos girábamos, cambiábamos de posición, nos poníamos de rodillas, nos agachábamos... cualquier cosa menos estarnos quietos. 
Hasta que, rendidos, e independientemente de la posición que adoptáramos, nos dormíamos y dejábamos dormir. Sin sentarnos.

II. Sentarse como síntoma de madurez
Cada escuela de psicología o sociología tiene su criterio peculiar sobre el significado de la madurez; el mío es claro: madurar significa saber estar sentado.
Habrá quien diga que por fin estamos domados, que hemos sucumbido a las presiones y hemos aceptado la imposición o el pacto, que no hemos podido por menos que rendirnos. 
Afirmo que eso es mentira; yo defiendo que hemos crecido y hemos asumido que los mayores —aunque sólo sea a veces, y no tantas como ellos creen— también llevan razón. Que sentarse es hermoso, que puede disfrutarse de estar sentado, que es una posición tan natural como cualquier otra, en sus diferentes acepciones según la cultura. Que el sentarse es como el beber cerveza: de niños su sabor amargo nos desagrada; luego nuestro paladar cambia y hay un momento en que una buena trapense, correctamente servida y a la temperatura adecuada, llega a acercarnos a Dios, o al menos a una aproximada idea que podamos tener de Él.
Recuerdo imágenes de personas sentadas: son gente madura, no sólo adulta. El Moisés de Michelangelo, con las Tablas de la Ley; cientos de Vírgenes sentadas con el Niño en sus brazos. Y luego, de mi infancia, la imagen de cada noche de verano cuando, mientras los niños seguíamos corriendo incansablemente por el barrio, nuestros mayores sacaban los asientos a la calle y, aprovechando el fresco, charlaban. O del invierno, sentada la familia —inquietos mi hermano y yo, serenos nuestros padres y tíos— oyendo y contando historias alrededor de la estufa de leña.
Un día uno madura y, casi sin darse cuenta, se descubre sentado y tranquilo. En paz consigo mismo y con el mundo. Como debe ser.

III. Viendo pasar la vida
Siéntate. Tómate la vida con calma. Habitúate al sosiego y así el sosiego se habituará también a ti. Vive mientras tu cuerpo descansa; no te permitas ir, de vez en cuando, ni siquiera despacio. Siéntate. 
También podrías tumbarte, es cierto, pero no se trata de eso. Se trata de una quietud activa, de un vivir al tiempo moderado e intenso. Rara vez Quietud y Atención encuentran un maridaje tan perfecto como en el acto de sentarnos.
A veces andamos. O corremos. Vamos de un lado a otro presurosos, hacemos y deshacemos; trabajamos. Pero es cuando nos sentamos cuando nos damos la paz, recuperamos fuerzas y nos demostramos ese afecto que, equivocadamente, a veces buscamos en los demás.
De pie, en la cocina, hacemos con amor la comida; pero es sentados cuando la disfrutamos en compañía de nuestros seres queridos.
Hacemos deporte y sentimos el corazón latir con fuerza, y sentimos que llegamos al fin de nuestras fuerzas, y nos sentimos satisfechos y orgullosos. Pero es sentados cuando recuperamos lo que somos y nos congratulamos y hacemos planes para mañana llegar más lejos.
Nadamos en el mar o tomamos el sol tumbados, pero es sentados, bajo la sombrilla, como vigilamos y gozamos al tiempo de los juegos en la arena la playa de nuestros hijos.
De pie, apoyados en la barra, o en una de esas modernas y horrorosas mesas altas de algunas bares tomamos unas copas; pero el sagrado aperitivo del domingo, frente al mar, se ha de tomar sentado.
Sentados leemos las cartas y los libros que nos llenan; sentados convalecemos un poco menos ya, fuera de la cárcel de la cama; disfrutamos de una película, tomamos la mano de quien amamos, vemos la televisión en casa —no importa lo que sea, porque estamos, al tiempo, en casa y sentados—; sentados les contamos los cuentos a los niños y, con ellos, sentados —a su manera— también en el regazo, se mira mejor cualquier ilustración y tenemos sus ojos más cerca de los nuestros cuando inquieren una explicación con la mirada.
Sentados vemos pasar la vida junto a la ventana una tarde lluviosa, disfrutamos del fuego de la chimenea recién encendida, endulzamos nuestra boca con ese licor traído de lejos o ese poco chocolate del que sabemos que no podemos abusar.
Sentados, aunque no lo creamos, envejecemos menos. Nos permitimos vivir con quienes amamos. A veces, incluso con nosotros mismos.

IV. Recuperando lo auténtico
Hay personas que no saben sentarse: posiblemente es porque nadie les ha enseñado a vivir y ellas han sido incapaces, con las prisas, de enseñarse a sí mismas. 
Así que vive, corre tras las cosas, juega con tus hijos, pasea con tu marido. Pero no olvides, de vez en cuando, aún cuando creas que no lo necesites, tomarte un tiempo para meditar, para cerrar los ojos, para ocuparte de ti. 
Entonces, no te preocupes por lo que sólo es accesorio, abandona el ser rebelde sin dejar de ser niña, date un tiempo para descubrir lo que deseas y, para hacerlo casi perfecto, cierra los ojos, olvida lo olvidable, disponte a disfrutar de ese momento preciso... y siéntate.


La palabra completa caligrafiada puede verse en mi otro blog: 


2 comentarios:

  1. It's a pity. Google Translater give such a bad translation, that I can't understand a lot!
    Greetings,
    Margrith

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  2. It's true. At the end I will have to learn English.
    Sorry for the delay. Almost did not get into this blog.

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